lunes, 21 de septiembre de 2009

Cuando tu Hermana chica, ya no es tan chica.

Mi Hermana vino a visitarme por un mes, ella sabe que es mi debilidad, mi hermana chica es mi persona favorita, a si que estaba feliz de recibirla, por primera vez pasearíamos juntas por Buenos Aires juntas y podríamos ponernos al día con tranquilidad, de estos 3 años en los que hemos estado alejadas, salvo por mis visitas cortas a Santiago. Lo que yo no sabía es que ese “ponernos al día” significaba casi conocernos nuevamente, porque creo haberme perdido 3 años importantísimos de su vida, en los que yo también cambié mucho, al estar lejos de la familia y viviendo sola. Es que cuando me fui de Santiago la Maca tenía 15 años, nunca carreteamos juntas, ella no fumaba, no tomaba, recién estaba pololiando por primera vez y me perdí todo ese proceso, del primer cigarro, de las primeras curaderas, de las mentiras para salir con las amigas hasta más tarde y todo lo que implica salir del colegio, el vestido de graduación, los nervios de la PSU. Todo. Entonces yo esperaba a la hermanita, sana, que hacía danza y se vestía a la moda de las niñas de su edad. Pero ella apareció en mi casa, sosteniendo una guitarra, con mochila de acampar y el pelo sucio, usando unos pantalones rotosos y pañuelos de feria artesanal, con 3 kilos de carne de soya, porque ahora es vegetariana y su mp3 lleno de canciones de Silvio y Manuel García.

Mi mamá dice que ella siempre va a ser su bebé y para mi ella siempre va a ser mi gordita. La hermana chica para una siempre es eso, “la hermana chica”, aunque nos demos cuenta que ya creció y no tiene nada de guagua y aunque tus amigos hace rato le echaron el ojo.

Qué terrible darte cuenta que tu hermana chica tiene hace rato las pechugas más grandes que tú!

Yo a la Maca la conocí nuevamente, me di cuenta que fuma como loca, que le encanta la cerveza, que no soporta la frivolidad y que lo que más le gusta de Santiago son las sopaipillas con mostaza que venden en la calle. Pasamos el 18 juntas acá, celebrando con mis amigos chilenos. Haciendo honor a las fiestas terminamos todos hechos mierda, incluida yo y mi hermanita, que estaba feliz de por fin tener una historia de borrachas en común. Finalmente puedo decir que nos hicimos amigas, que dejé un poco de ser la hermana grande protectora y ahora soy más cómplice, más par. Pero siempre que veo sus manitos recuerdo cuando era un bebé y yo le sacaba las pelusitas que se formaban entre sus deditos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que lindo!, me gusto mucho.